La vivienda obrera, clave del progreso social para la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País

La Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País (SEBAP) inició su actividad en 1822, aunque no quedó definitivamente instaurada hasta 1834, con el objetivo de convertirse en una entidad al servicio de la ciudad y del país. Para ello, fomentaban el debate con los agentes sociales para, de este modo, definir los principales retos a los que debían enfrentarse para alcanzar el progreso social.

Por las filas de la Sociedad pasaron personalidades como Fernando de Lesseps, Duran y Bas, el Doctor Robert y Laureano Figuerola; quienes compartían inquietudes acerca de cómo se debía reforzar el rol de la sociedad civil y tejer una red de colaboraciones que permitiera implantar entidades culturales, artísticas y científicas, secciones de agricultura y minería y comisiones que trataran asuntos económicos y sociales, entre otros.

La barcelonesa, como el resto de Sociedades de Amigos del País, surgió de la mano de la Ilustración y los valores que ésta defendía, por lo que la SEBAP buscaba servir al progreso de la sociedad. No obstante, eran plenamente conscientes de que éste no sería posible si no se integraba a todas las capas de la sociedad, si no se ponían en sintonía los intereses que defendía cada grupo y si no se evitaban, en la medida de lo posible, los conflictos entre las clases.

En este sentido, la institución se volcó, por ejemplo, con la higiene pública, la vivienda obrera y la formación de los obreros y las mujeres. Entre las medidas para mejorar las condiciones de la clase obrera, defendió  la necesidad de que el trabajo infantil fuera prohibido, los derechos de los obreros y la obligatoriedad de sancionar las condiciones de insalubridad en las fábricas. Además, la Sociedad instauró el premio de una casa para jornaleros y reglamentó las viviendas para obreros como venta en 1874.

El hacinamiento y el caos urbanístico surgido en las ciudades industriales durante ese tiempo llevaron al ministro Pedro Egaña a emitir la Real Orden de 9 de septiembre de 1853 dirigida a los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, donde solicitaba que éstos tomaran medidas para resolver el problema de “una porción de infelices cuyos escasos medios o mísero jornal no alcanzan a proporcionar más cómoda vivienda”.

Con esta premisa, el Ayuntamiento de Barcelona solicitó a múltiples instituciones su opinión sobre el proceso que se debía seguir, una demanda a la que respondió la SEBAP con la creación de una comisión que, en 1854, reconoció que los resultados de la iniciativa particular habían sido satisfactorios en los alrededores de la ciudad, pero no en el centro.

La comisión expresaba también su propuesta de no levantar edificios comunes para los obreros, sino casas aisladas, e indicaba al Ayuntamiento cómo debían realizarse llegado el caso. Así, la Sociedad admitió el informe de la comisión y lo trasladó a las instituciones municipales, con lo que contribuyó a resolver una primera crisis de vivienda obrera.

Aquel fue el comienzo de la colaboración de la SEBAP en un ámbito que, más tarde, volvería a abordar con intensidad, conscientes de que solo a través del orden social  que llega marcado por las buenas relaciones entre las clases se podía alcanzar el verdadero progreso.